Mis cuentos favoritos de cuando era pequeña siempre tenían animalitos. Ya con tres años decía que me dedicaría a ellos, así que es normal que estuvieran omnipresentes en mi infancia. Pero en todo hay excepciones y esta es una de ellas. Hace poco encontré en casa de mi abuela, bastante más ajado que cuando yo lo leía uno de mis cuentos favoritos: "Los chinitos de la casa de al lado" (Pearl S. Buck).
Una madre le cuenta a sus cuatro hijos cosas de cuando ella tenía su edad y vivía en China. La historia que cuenta es sobre sus vecinos, que tenían muchas niñas y querían un niño. Pero aunque parezca una historia sosa, ella aprovecha cualquier detalle para hablarles de cosas como los palillos, la ropa o las costumbres. Y sobretodo, les inculca que lo que a ti te parece normal, no tiene por que serlo para el que te mira desde el otro lado.
Una madre le cuenta a sus cuatro hijos cosas de cuando ella tenía su edad y vivía en China. La historia que cuenta es sobre sus vecinos, que tenían muchas niñas y querían un niño. Pero aunque parezca una historia sosa, ella aprovecha cualquier detalle para hablarles de cosas como los palillos, la ropa o las costumbres. Y sobretodo, les inculca que lo que a ti te parece normal, no tiene por que serlo para el que te mira desde el otro lado.
-Esa es la manera que en China tienen los padres y las madres de besas a sus hijos - explicó la madre- y les dicen cariñosamente Ping-shiang, que significa: ¡Qué suave!.
Los cuatro niños se rieron al oír aquello pero su madre meneó la cabeza.
-Me acuerdo -dijo- que las Preciosas encontraron muy gracioso que mi madre me besara.
>>-¿Qué te está haciendo? -me preguntó un día Mucho Más Preciosa-. ¿Te va a morder?
>>Y Más Preciosa se rio hasta cogerle hipo.
>>Así que ya veis que nosotros también resultamos graciosos para ellos.
No sé si realmente besan así o no, lo que me gusta de la historia no es si es realista o no, es como poquito a poco te embauca en la curiosidad de saber más de los demás, lo interesante que resulta saber que somos diferentes. Así que tanto por el mensaje como por lo que me gusta el cuento convencí a mi hermano para contárselo y claro, para variar, siempre que le leo algo no me hace ni caso. Por lo menos esta vez no acabé con medio libro por un lado y medio por otro.
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